EL DELFIN
CAPITULO I
Una tormenta acababa de estallar y una gigantesca ola iba a romper contra el arrecife, y un Delfín surgió de las profundidades. Aquella sería la última ola sobre la que se deslizaría esa mañana.
Daniel sabía que no había nada más importante que en su vida que el surf, estaba en su sangre y en su alma. Esta manera de pensar le había traído problemas con el resto de la manada.
Una tarde su mejor amigo miguel le dijo que muchos pensaban que tarde o temprano iba acabar muerto y él le recordó que antes era un soñador también pero que ahora solo es un Delfín asustado, temeroso de perseguir sus sueños. Miguel se sentía confundido sabía que era cierto lo que había dicho pero sus sueños habían sido sustituidos por deberes y obligaciones, miro a su amigo y le dijo: algún día maduraras y veras las cosas como las ve el resto.
Daniel sufría por su amigo pero no podía hacer nada por ayudarlo. Había decidido vivir su vida ateniéndose a sus propios principios y aunque a veces se sentía solo, nunca se arrepintió de su decisión y lo importante que es perseguir los sueños.
De ahora en adelante me ocupare de lo mío sin molestar a nadie, de pronto oyó una voz: ¿Quién podría ser? Se asusto, entonces volvió a oír la voz
-¿Quién eres? – pregunto
-soy la voz del mar, entonces Daniel oyó la palabras que cambiarían su destino para siempre. Desde hace mucho tiempo quería comunicarme contigo Daniel para apoyarte. No tengas miedo nunca más sigue lo que has elegido y tus sueños se volverán realidad.
El mar hablo de nuevo, dirigiéndose al corazón de Daniel:
“Caer en la más profunda desesperación nos ofrece la oportunidad de descubrir nuestra verdadera esencia.
Del mismo modo que los sueños se cumplen cuando menos lo esperamos, hallaras las respuestas a las preguntas que te haces.
Deja que tu instinto construya un sendero de sabiduría y que tus temores sean eliminados por la esperanza”.
El mar me ama tanto como yo a él, pensó Daniel él no sabía a dónde lo llevaría esta revelación.
Aquella tarde, los delfines empezaron a burlarse de él, el mar le había ayudado a esclarecer sus dudas. Había transcurrido varios meses donde el mantenía una actitud in variable hacia el aprendizaje.
Un día Daniel aprendió una lección del mar después de perder una ola:
“La mayoría de nosotros no estamos preparados para superar nuestros fracasos y por eso no somos capaces de cumplir nuestro destino.
Es fácil defender lago que no entraña ningún riesgo”.
Daniel buscaba la ola perfecta, aquella que algún día llegaría para mostrarle el autentico propósito de su vida.
Había comenzado a practicar en la parte exterior del arrecife, una región del atolón a la que ningún Delfín se había aventurado jamás a salir, un lugar prohibido por la ley de la manada.
Y justo cuando la desesperación de no descubrir su verdadero propósito estaba por hacerlo darse por vencido, se acordó de lo que el mar le había dicho:
Llega un momento en la vida en que no hay más que hacer, sino que seguir tu propio camino….
Y, finalmente, entendió lo que el mar había tratado de decirle.
Debía dar un gran salto y partir hacia lo desconocido.
Con el fin de hallar el verdadero propósito de su vida, Daniel Delfín tenía que desprenderse de todo aquello que le imponía límites.
La ola perfecta no vendrá a mí: soy yo quien debe ir en su búsqueda.
Abandonaría la manada en silencio. Daniel Delfín jamás olvidaría el día en que abandono su amado arrecife.
Quizás parte de amar consista en saber cuándo renunciar al otro, en saber decir adiós, no dejando que nuestros sentimientos interfieran en lo que probablemente, al final, sea mejor para aquellos a quienes amamos.
Así pues, aquella noche Daniel se dirigió hacia la parte exterior del arrecife, y el cumplimiento de su sueño como su único destino.
CAPITULO II
A la mañana siguiente, Daniel Alejandro Delfín, se encontró en medio de un inmenso océano, sin saber hacia dónde se, pero dispuesto a ser guiado.
Se sentía abrumado por la inmensidad del océano. no obstante , se sentía en paz consigo mismo y , estaba satisfecho por la decisión que había tomado .el temor había disipado, Daniel sabía que su vida había tomado el camino cuando de pronto sintió una impresionante sacudida y vio una figura descomunal:
-¿Quién eres?-preguntó Daniel
-soy la ballena jorobada-contestó afablemente la inmensa criatura, sin dejar de nadar.
-¿Qué haces?-preguntó.
-Emigro hacia aguas más cálidas antes de que llegue el invierno-respondió la ballena, volviéndose hacia Daniel-¿y tú qué haces en medio del océano?
-persigo un sueño.
-te respeto por tu decisión –dijo la ballena.
No solo se trata de alcanzar tu meta; aprecio una silueta negra en el mar.
-desconfía de un ser llamado hombre.
“¿será el hombre un Delfín malo?”Se pregunto Daniel en aquel momento sintió que el mar le iba a hablar, se quedo muy callado, escuchando:
Descubrir nuevos mundos te aportara no solo felicidad y sabiduría, sino también tristeza y temor.
¿Cómo podrás valorar la felicidad sin haber experimentado nunca la tristeza?¿como podrás conquistar la sabiduría sin antes haber tenido que enfrentar tus propios límites, empujándolos hasta lugares a los que jamás habríamos soñado llegar.
Daniel se dio cuenta de que su ignorancia se debía a haber creído todo lo que habían enseñado, continuó viajando por treinta días y treinta noches.
Al cabo del tiempo observo de nuevo el humo negro y decidió ir a investigar, noto en la superficie a unos peces muertos, la escena lo horrorizo y observo también que arrojaban unos delfines muertos al mar y decidió andar con mucho cuidado.
Cuando se disponía a reanudar su viaje noto la presencia de “un pez sol” quien le conto que todos los días saltaba con la intención de tocar el sol y ese era su sueño pero a Daniel no le parecía que lo podía conseguir al pez no le importo su comentario y le dijo: moriré, tratando de realizar mi sueño. Por lo menos eso es mejor que no haberlo intentado y tras el comentario del sueño de Daniel este le menciono que había notado que las marejadas provenían del oeste y que allí encontraría su ola perfecta y que esperase que el sol esté a punto de ocultarse para que lo siguiera en su recorrido hacia el mar.
De repente, mientras se dirigía hacia el oeste detecto ante él otro ser , un tiburón pero no le tuvo miedo y le aconsejo que también él fuera capaz de soñar y este le dio esperanzas pues, le dijo que venía del oeste y había visto que se formaba una gran marejada y Daniel recordó lo que le había dicho el mar: “sigue las señales”.
Tal como le había prometido, el mar estaba allí para ayudarle:
“Quizás resulte muy difícil lograr que los sueños se hagan la realidad. Tal vez si tratamos de ahorrar esfuerzos, olvidaremos la razón por la que comenzamos a soñar, y al final descubriremos que el sueño ya no nos pertenece.
Limitémonos a seguir los dictados del corazón y el tiempo se hará cargo de que alcancemos nuestro destino.
Recuerda: cuando estés apunto de rendirte, cuando pienses que la vida a sido injusta contigo, recuerda quien eres.
Recuerda tu sueño.
A lo lejos vio viniendo del oeste a “el viejo delfín” nadaba en paz en medio de un vasto mar azul
-¿y qué haces aquí?
-persigo mi sueño, ¿eres acaso tu el que busca la ola perfecta?
-¿Cómo lo sabes?, el viejo delfín rompió a llorar y le dijo: “un día deje de soñar, seguí la ley de la manda en lugar de escuchar a mi corazón”, hace muchos años que inicie mi viaje y aprendí que debes guiarte por tu instinto y por los dictados de tu corazón porque así resulta más fácil alcanzar tus sueños.
-no me has contado tu sueño –dijo Daniel. El anciano delfín lo miro y le dijo: “mi sueño era conocer a un joven delfín que me hiciera recordar la época cuando yo era un soñador para advertirle que nunca desperdiciara la oportunidad de su vida y para ayudarle a hacer realidad su sueño
-¿Cómo vas ayudarme?
-respondió el viejo delfín: no será una ola gigantesca pero si será muy especial para ti...